«EL DUENDE»
–Te digo que es cierto. ¡Yo la vi! Estaba ahí, tras ese árbol, justo al pasar el riachue-lo. –Andrés golpeó con el índice izquierdo la pantalla para señalar el punto justo–. De-be ser un huevo de pascua del programador.
–Tu cabeza si que es un huevo. Tienes el cerebro hervido de tanto jugar y hasta te imaginas a la Britney Spears moviendo el ombligo tras los matorrales.
–¡Que no Mario!
–Demuéstramelo –Mario le tendió el joystick, apartándose del teclado indicó que tomase asiento frente a la pantalla–. Pero te advierto que si me estás tomando el pe-lo…
–Oye –apretó escape, la partida abandonó el modo de pausa y las hojas de los árboles se zarandearon al viento–…