K A M I K A Z E
VIENTO DIVINO
VIENTO DE MUERTE
CASOS DE ESTUDIO
EL CALVARIO DEL LAFFEY: UN DESTRUCTOR CONTRA CINCUENTA KAMIKAZES
Durante la sangrienta campaña de
Okinawa la US Navy modificó sus tácticas de alerta temprana. Con la amarga
experiencia de las campañas de Filipinas e Iwo Jima no sólo potenció el
dispositivo antiaéreo incrementando el número de unidades destinadas a este
fin, sino que destinó un buen número de estas en las avanzadas de alerta que
se denominaron "Piquetes" N:
Grupos de alerta de radar compuestos por
destructores y unidades menores dispuestos en arco a más de treinta millas al
norte del grueso de fuerzas navales de la cabeza de playa. Los japoneses
tardaron bien poco en comprender la utilidad de aquellos grupos dispersos de
navíos, considerándolos una seria amenaza pasaron a ser un objetivo
prioritario en sus ataques.
En el trascurso del tercer ataque Kikusui, uno de los grupos de kamikaze tomó
como objetivo al piquete de radar número uno. Por la cuantía de los atacantes parecía
que la suerte de los componentes del piquete estaba trágicamente sellada. Pero
no fue así, es más, el encarnizado envite de los pilotos kamikaze demostró la
carencia de pericia de los pilotos japoneses demostrando, una vez más, que el
lema de "un avión, un buque" era tan sólo una utopía.
16 de abril de 1945, tercer ataque Kikusui, 35 millas al norte de Okinawa. Piquete de radar número 1. 8:27 horas.
El radar del destructor Laffey da
la voz de alerta al detectar una cincuentena de aviones japoneses aproximándose
con rapidez al piquete 1 (formaban parte de él, a parte del Laffey, dos LCS a
mil metros de distancia y tres aviones de caza). Los
primeros atacantes no tardaron en aparecer, simulando un ataque contra el
Piquete para alejar de la zona a la patrulla aérea, mientras que cuatro Val,
aproximándose por la proa y la popa, se dirigieron resueltos contra el Laffey.
Los tres primeros fueron abatidos por el destructor y el cuarto corrió igual
suerte bajo la combinación de los hombres del Laffey y de la artillería del
LCS-51.
La misma suerte corrió el siguiente contingente, dos Judy
que atacaron desde costados diferentes. El séptimo, un Val,
falló por muy poco, estrellándose contra el agua a escasos metros de la popa rociando
la torre doble de cañones de 127 mm con las llamas de su explosión. El humo y
las llamas actuó como imán, atrayendo a nuevas oleadas de atacantes que se
precipitaron contra el destructor con la intención de rematarlo.
Un Oscar fue derribado a escasos metros de
la amura de estribo, mientras que un Judy
impactaba contra la amura de babor. Seguidamente dos Val
se acercaron en rápida sucesión por la proa, el primero impactó sobre la
chamuscada torre popera de 127mm, perforándola y sembrando la toldilla de
restos de cadáveres de los desdichados sirvientes. El segundo (el undécimo
atacante) dejó caer la bomba sobre la cubierta antes de estrellarse.
Inmediatamente después, dos nuevos Val se
estrellaron contra el costado de babor (¡y ya eran cinco!), la gasolina
ardiente descendió dos cubiertas provocando un fuerte incendio que amenazó al
cuarto montaje de 40mm. Un nuevo Val se
aproximó por la popa y alcanzó con su bomba la hélice de babor, dejando
atorado el timón cuando estaba a 26º a babor. El Laffey comenzó a describir
círculos y muchos pensaron que aquello era el final para el destructor.
Los japoneses decidieron empeñarse en que así fuera. Un Judy
se aproximó, perseguido de cerca por un
Corsair de la patrulla aérea, el bombardero japonés chocó con
el mástil precipitándose a continuación contra el agua, el piloto del caza
norteamericano, absorto en la persecución, le imitó acabando de igual forma
que su presa. Entre ambos se llevaron al agua la antena de radar antiaéreo, la
verga, el mastelerillo y la antena de radio principal. Los marineros que se
encontraban en la proa del Laffey no acababan de lamentar su mala suerte cuando
un Oscar dejó caer su bomba a
estribor, cerca del segundo montaje doble de 127mm que a partir de ese momento
pasó a control manual, logrando abatir un Oscar cuando
se encontraba a 500 yardas de la amura de estribor, poco antes un Judy
había sido abatido con la ayuda de los LCS, y prácticamente al mismo tiempo
el montaje número uno de 127mm de proa volatilizaba a un Val
cuando se aproximaba dispuesto a estrellarse contra la proa del desmantelado
destructor.
Un Val se aproximó raudo desde la popa,
dejando caer su bomba antes de ser abatido por los cazas de la patrulla aérea.
El penúltimo atacante, otro Val, se acercó
disparando sus ametralladora y dejó caer su bomba justo debajo del puente de
mando, a estribor, dejando fuera de combate los montajes de 20mm y matando a
buena parte del personal que se encontraba en el comedor de oficiales. La
intención del piloto japonés parecía no ser la de un kamikaze, pero se llevó
por delante lo que quedaba del mástil y la bandera de combate del Laffey, siendo abatido por la DCA cuando intentaba alejarse tras realizar su
ataque.
El último atacante, un Judy, se aproximó
por babor tomando como objetivo el puente de mando. La acción conjunta de la
DCA y los Corsair que acababan de llegar a
la escena, veinticuatro en total, dieron buena cuenta de él y acabó
estrellándose a pocos metros del casco produciéndole tan sólo algunas
abolladuras.
La acción había durado una
hora y veinte minutos. Del grupo inicial de cincuenta atacantes, veintidós
tomaron como objetivo al destructor. Nueve fueron abatidos sólo por la
artillería del Laffey, a cambio recibió cuatro bombas y cinco impactos
directos de kamikaze que le causaron un centenar de bajas entre muertos y
heridos. Aún así cuatro de los once montajes de 20mm seguían funcionando,
ocho de los de 40mm, de los doce originales, podían operar con control manual
después de que los montajes de 127mm fueran destruidos. No obstante el buque
tenía toda la toldilla sumergida bajo el agua, el servomotor destrozado y
varios incendios incontrolables, el timón quedó atorado hasta que pudo llegar
a puerto teniendo que gobernar el buque con las máquinas.
Sus posibilidades de salvación parecían tan remotas que uno de los oficiales
sugirió al comandante Frederick Julian Becton la necesidad de abandonar el
buque. Su respuesta fue tajante:
-- ¡Jamás abandono un buque en tanto que un cañón dispare!
Y no se equivocó. En aguas tranquilas de Okinawa fue parcheado provisionalmente
y enviado a Pearl Harbour, llegó el 14 de mayo, vía Saipan y Eniwetok donde
fue reparado, eso sí, no volvió al servicio activo hasta la capitulación del
Japón.
El lamentable estado que presentaba el Laffey tras el ataque
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