K A M I K A Z E
VIENTO DIVINO
VIENTO DE MUERTE

CASOS DE ESTUDIO

PRIMEROS KAMIKAZES: LA JORNADA DEL 21 DE OCTUBRE DE 1944

Cuenta la leyenda que anochecía sobre las aguas del Golfo de Leyte.
El gran rebaño de transportes y buques de guerra esperaba con ansia aquellas horas, anhelando que las sombras apaciguasen la tensión acumulada  durante la larga jornada que estaba a punto de finalizar. Si la suerte así lo disponía ya no habría nuevas estampidas provocadas por los molestos abejorros que descendían desde las alturas.
Pero aún quedaba uno. O eso cuenta la leyenda...

Un solitario caza japonés Reisen ("Zeke" en el código aliado) alcanza el área de concentración de los transportes. El motor renquea ante la exigua cantidad de combustible que está recibiendo y su sonido parece dar a entender que en cualquier momento va a detenerse. Pero el piloto no pierde la calma, le ha costado mucho llegar hasta allí y es consciente de que le queda poco tiempo, aún así sabe que es de necios lanzarse al ataque sin tener un objetivo claro, a esas alturas las precipitaciones ya no valen nada.
Observa detenidamente las siluetas de los buques que se encuentran frente a él. No tarda mucho en encontrar un objetivo adecuado y ladea su aparato a modo de saludo antes de iniciar un picado hacia el gran trasporte de tropas que rápidamente va agrandándose ante los ojos del piloto. La D.C.A. no tarda ni un minuto en reaccionar y de inmediato saluda al atacante con una sinfonía de explosiones y balas trazadoras que abandonan las piezas artilleras en pos de la saeta verdosa que desciende vertiginosamente. Como era de esperar no tardan en alcanzar su objetivo, el piloto muestra su pericia y determinación al mantener el rumbo a ultranza, las primeras llamaradas perfilan la silueta del caza japonés, un brusco cabezeo señala que finalmente el piloto a perdido el control. Una nueva explosión, ahora junto al morro del aparato, acaba por sacar de su trayectoria al solitario Reisen que se transforma en una descontrolada tea ardiente que finalmente se desploma a escasos metros de su objetivo.
Durante unos instantes una columna de humo señala el punto en donde el caza japonés ha sido tragado por las aguas. La D.C.A. lentamente va finalizando su sinfonía, la brisa nocturna va deshaciendo la humeante columna en caprichosas formas menguantes que van mezclándose con la creciente oscuridad y el silencio vuelve a acompañar al rebaño de transportes en su deambular sobre las aguas del golfo. Minutos más tarde no queda señal alguna del incidente. Incluso los marinos olvidan rápidamente al piloto japonés, a fin de cuentas es tan sólo uno más de tantos y no hay nada digno de mencionar. El olvido tarda poco en cubrir con su manto el incidente incluso antes de que despunte el alba.

Eso cuenta la leyenda. Pero... ¿en qué se basa?.
Intentemos averiguarlo, para ello retrocedamos inicialmente unas 24 horas.

 

Una formación de ocho cazas Reisen sobrevuela una cadena montañosa que parece dividir en dos a la alargada isla. Tadashi Nakajima observa durante unos momentos cómo las laderas descienden simulando una carrera hacia el mar detenida por el tiempo y ribeteada por frondosas arrugas que señalan los copados valles que parecen esconder a la vista de los pájaros la variada vegetación que vive bajo las sombras de los árboles. A una señal suya los Reisen inician el descenso hacia la costa oeste de Cebú, su nueva base e isla que acaban de sobrevolar.
Nakajima se estira levemente, el viaje no ha sido excesivamente largo, unos 700 kilómetros desde que salieran de Mabalacat (Luzón), pero la tensión que su cuerpo padece desde el día anterior comienza a pasar factura. Y no le falta razón, sabe, aunque no quiera reconocerlo abiertamente, que su nombre ya ha entrado en la historia. Son malos tiempos para el Japón y la vida de los pilotos del mikado tienen pocas expectativas de ser larga a esas alturas de la guerra. Especialmente para cuatro de los pilotos que marchan a su cola, primeros integrantes de la Shimpu tokubetsu kogeki tai Yamato (Unidad especial viento divino Yamato) una de las cuatro escuadrillas que van a cambiar el "raciocino" de la guerra (si es que alguna vez una guerra ha sido racional), al menos desde el punto de vista occidental.
Ampliar imagenA pesar de la locura que esta a punto de desencadenarse Nakajima no puede evitar dejar escapar una mueca de malicia, los tres pilotos que cierran la formación no tienen ni idea de la delicada misión que se traen entre manos. Dentro del drama aquello no deja de tener una cierta gracia, no obstante conoce cual será su reacción digna del código del Bushido, un código "pasado de moda" que aún perdura en el corazón de la vida del pueblo del Sol naciente. Uno tras otro los ocho Reisen sobrepasan la costa de Cebú descendiendo al tiempo que viran 180 grados hacia la línea de costa que acaban de sobrepasar para acabar tomando tierra en la base aérea que parece un aeropuerto fantasma ante la inexistente presencia de aparatos sobre las agujereadas pistas de aterrizaje.
Son las 17:00 horas, el último de los Reisen aún no ha aterrizado y Nakajima ya se encuentra en tierra estirando mecánicamente sus pies mientras su aparato es conducido por el personal de tierra hacia la espesura del valle, lejos de las pistas y del potencial peligro que suponen las continuas incursiones americanas, iniciadas a primeros de septiembre para erradicar el potencial aéreo japonés de las Filipinas ante el ya efectuado desembarco de los marines en Leyte. Y hay que reconocer que prácticamente lo han conseguido:

La 1ª Flota Aérea de la marina imperial japonesa ha sido prácticamente aniquilada, en esos momentos su potencial es irrisorio, 40 aviones de ataque operacionales, no más de los embarcados en uno de los portaaviones ligeros de la Rengo Kantai:
34 cazas Mitsubishi A6M Reisen "Zero"
3 torpederos Nakajima B6N Tenzan "Jill"
1 bombardero medio Mitsubishi G4M "Betty"
2 bombarderos medios Yokosuka P1Y Ginga "Francés"
A los que hay que sumar... ¡un sólo aparato de reconicimiento!.

Demasiado poco para detener a la avalancha estadounidense. Incluso sumando los aparatos supervivientes de la 4ª Armada Aérea del ejercito, al mando del teniente general Tominaga1, a los que se les había dado la misión de encargarse de las unidades navales concentradas en las cabezas de playa, la inferioridad japonesa era claramente manifiesta.
Uno de los tres pilotos que cerraba la formación de Nakajima, el subteniente Yoshiyasu Kuno, observa como los cuatro pilotos a los que han escoltado acompañan al teniente coronel hasta una improvisada tarima, una simple caja de jabón apresuradamente dispuesta al borde de la pista, para que éste dirija unas palabras a los pilotos de la base. 

Nakajima inició su alocución revisando la situación bélica por la que estaba atravesando Japón, seguidamente dio a conocer los pormenores de la operación Sho y la importancia de la misma. Kuno sabe que algo raro se está cociendo, desde que despegó en Mabalacat lo ha intuido y ahora sabe que su corazonada no estaba falta de razón. Las palabras que escucha son un jarro de agua fría, su corazón se sobresalta y aun queriendo negarlo, sabe que aquella determinación es la única vía de escape... Y que él no puede quedar al margen del supremo sacrificio al que han sido llamados los pilotos de la base de Cebú.

-El poderío aéreo japonés en las Filipinas -había dicho Nakajima-está demasiado desesperadamente reducido para oponerse al enemigo enpleando métodos de ataque ortodoxos. El momento exige el empleo de tácticas de estrellarse en picada. Anoche el almirante Onishi autorizó esta táctica en Mabalacat con la organización del Cuerpo de Ataque especial Shimpu. Cuatro unidades, Shikishima, Yamato, Asashi y Yamazakura, de este cuerpo fueron puestas en actividad en Mabalacat. Cuatro de los aviones que acaban de llegar conmigo constituyen la Unidad Yamato.

He venido a Cebú para organizar otra unidad de ataque especial. Cualquier oficial o subalterno o suboficial que desee ofrecerse como voluntario lo indicará escribiendo en un papel su nombre y graduación. Quienes no deseen ofrecerse entregarán un papel en blanco. Cada papel será colocado en un sobre que me será entregado hoy a las 21:00 horas.2

A continuación dejó bien claro que no esperaba que todos se ofreciesen voluntarios, dando por sentado que aún sabiendo que todos estaban dispuestos a morir por el país, cada cual tenía connotaciones personales que no podían ni debían ser cuestionadas. Así mismo todos sabían que el número de aviones era limitado, por tanto las plazas a cubrir eran igualmente limitadas. Dejemos a aquellos hombres con el duro dilema que acaba de plantearles Tadashi Nakajima y volvamos a retroceder en el tiempo, esta vez aproximadamente una semana antes del 20 de octubre.

Ampliar movimientos TF 38Halsey, el impetuoso, corretea por el Mar de las Filipinas desde primeros de septiembre machacando las bases aéreas japonesas de las Filipinas con su impresionante Task Force 38. Para el 12 de octubre sus portaaviones se encuentran ante Formosa, actual Taiwan, con la misión de aniquilar el potencial aéreo japonés de la isla y así impedir cualquier refuerzo a las Filipinas desde la misma. La lucha aérea es encarnizada, la oposición inicial es superior a la esperada, pero tras tres días de duros combates la balanza se decanta hacia los aviadores estadounidenses. Y las embestidas contra la TF 38 son prácticamente estériles, lo único destacable es el torpedeamiento de los cruceros Houston y Camberra que han de retirarse renqueantes hacia Ulithi, poco ha faltado para su hundimiento, milagrosamente conseguirán salvarse.
El 14 de octubre ocurre un extraño incidente, no es el primero en el transcurso de la guerra, no es de extrañar que inicialmente se le conceda poca importancia:

El crucero ligero Reno (CL-96) integrante de la TG 38.3 del contralmirante F.C. Sherman, está teniendo un buen día. Sus artilleros han derribado un total de seis aviones enemigos y el "Jill" que se aproxima parece destinado a correr la misma suerte. Todo ocurre con extrema rapidez y muchos ni tan siquiera llegan a enterarse realmente de lo que pasa. El torpedero japonés acaba por empotrarse en el puente de popa, la torre artillera número seis quedó parcialmente inutilizada por la explosión, aún así el comandante de la misma insiste en mantener el fuego contra los aviones atacantes.  El Reno no ha de abandonar la formación y al día siguiente arrumba con su unidad operativa hacia las Filipinas, los equipos de reparaciones actúan con rapidez y todo queda en un mero incidente de un "loco mono amarillo".
Incidente que se repite al día siguiente cuando la TG 38.4 del contralmirante R.E. Davison, es atacada por los aviones salidos de Luzón al mando del almirante Arima. El portaaviones Franklin está a punto de ser el primero en ser alcanzado por el viento divino cuando Arima enfila su Suisei hacia su cubierta de vuelo y bien poco falta para que se estampe en ella. Algo está a punto de suceder, pero nadie en el bando estadounidense llega a imaginarlo. Aunque en el bando japonés es un germen incubado a punto de brotar a la luz.

Dos días más tarde, el 17, las tropas estadounidenses desembarcan en las pequeñas islas de Suluan y Dinagat a las puertas del Golfo de Leyte. Halsey se dirige hacia la zona para castigar nuevamente las fuerzas aéreas niponas del norte de Luzon y Manila. Pero el inesperado señuelo en el que se han convertido los renqueantes cruceros Houston y Camberra le hacen cambiar de opinion y modificas sus planes originales ante una hipotética aparición de la flota japonesa en busca de una fácil victoria. Evidentemente él no va a permitirlo, momentáneamente pasa la responsabilidad de atacar los aeródromos de área de Cebú, Negros, Panay y norte de Mindanao a los portaaviones de escolta del contralmirante Thomas L. Sprague (TG 77.4); durante tres días, 18 a 20 de octubre, uno de sus grupos operativos (Taffy 3) se dedica exclusivamente a esa tarea.
Para el 20 el desembarco en Leyte es una realidad, así como el dispositivo Sho-Go de la Marina Imperial que parte hacia su última gran batalla naval.

La concentración de buques en la cabeza de playa es impresionante, los logros japoneses son irrisorios: El 18 las baterías de costa alcanzan al transporte rápido Goldsborough (APD-32) que sufre ligeras averías lamentando la pérdida de dos hombres y dieciséis heridos. Al día siguiente los pilotos entran en acción, el portaaviones de escolta Sangamon (CVE-16) es alcanzado por una bomba que atraviesa lateralmente la cubierta de vuelo y dos secciones antes de caer al mar a 270 metros explotando sin causar daños. El siguiente y último buque alcanzado es el buque de salvamento Preserver (ARS-28), un bombardero horizontal le alcanza con una bomba que penetra en el casco y detona en la sala de máquinas causando la pérdida de potencia del buque. El Preserver queda al garete y se teme lo peor, los equipos de reparaciones actúan rápidamente y consiguen restablecer la energía alejando al buque de la zona, que tendrá que regresar a Pearl Harbour donde llegará el 5 de febrero de 1945. Las defensas costeras no tienen mejor suerte que los pilotos y sólo se adjudican un impacto en el destructor Aulick (DD-569), el mayor éxito de la jornada se lo adjudican las defensas pasivas, el destructor Ross (DD-563) choca con una mina que le ocasiona serias averías, perdiendo a 23 hombres entre muertos y desaparecidos y 9 heridos.
Y nada más...
El día 20 las cosas no mejoran. Las defensas costeras alcanzan al destructor Bennion (DD-662) y al buque de desembarco LST-452. Un avión torpedero logra el éxito más importante durante estos primeros días: El crucero ligero Honolulu (CL-48) lleva todo el día apoyando con sus 15 piezas de 152 mm a las tropas desembarcadas, a las 16:00 horas es tomado como objetivo de un tenaz avión torpedero que alcanza la distancia de lanzamiento con suma facilidad, las hábiles maniobras ordenadas por el capitán Thurber no consiguen zafar al crucero del pez mecánico que finaliza su carrera empotrándose en el costado de babor. La explosión acaba con la vida de 60 hombres y un gran agujero por el que se cuelan toneladas de agua salada. El crucero no puede seguir en combate y ha de retirarse a las islas Manus para efectuar un parcheo de urgencia (llegará el 29 de octubre) antes de dirigirse a Norflok, el 19 de noviembre entrará en astilleros pero ya no volverá a tiempo para participar en la guerra.
Había más de un centenar de buques en el Golfo de Leyte, todos estos incidentes son un claro ejemplo de la precariedad ante la que se encontraban las fuerzas aéreas japonesas. ¡En tres días sólo tres buques averiados de gravedad, y uno de ellos por mina!.

Ni el vicealmirante Onishi ni Tadashi Nakajima tenían constancia de estos "exitos", pero ambos hombres sabían que los métodos tradicionales ya no les eran útiles. Las estrellas, nuestras compañeras perpetuas, hacían rato que titilaban sobre Cebú. Nakajima esperaba impaciente el sobre con la respuesta de los pilotos ante su propuesta de creación de una nueva Shimpu tokubetsu kogeki tai.
Y mientras lo hacía notaba como los arañazos de su cara le escocían dejando latente la excitación que corría por todo su cuerpo. Aquellos arañazos eran la marca de una serie de infortunios más dignos de una tragicomedia que de el drama que estaba viviendo. Como oficial de vuelo del grupo aéreo 201 había sido citado el 19 de octubre junto al capitán Sakae Yamamoto, comandante de ese mismo grupo, a conferenciar con el vicealmirante Onishi en Manila respecto a un asunto de extrema gravedad. Efectuaron el trayecto en automóvil, cuando llegaron a su destino fueron informados de que Onishi se había dirigido a Mabalacat, ¡se habían cruzado por el camino sin advertirlo!. Intentaron regresar apresuradamente desde el aeródromo de Nichols tomando un Reisen que acababa de ser reparado, o eso creían los mecánicos, pues nada más alzar el vuelo falló el motor obligándoles a efectuar una aterrizaje de emergencia. A consecuencia del golpe Yamamoto se rompió el tobillo izquierdo, mientras que él fue más afortunado sufriendo tan sólo unos arañazos superficiales en la cara.
Nakajima regresó a Mabalacat la mañana del 20 donde fue informado de la creación del Cuerpo Especial, algo que según el mismo, no le pilló desprevenido. Veinticuatro pilotos se han presentado voluntarios, su comandante será Yukiho Seki. Así mismo el comandante Asaichi Tamai, comandante del grupo aéreo mientras Yamamoto se recupere de la lesión en el tobillo, le informa que ha de volar a Cebú a primera hora de la tarde con la unidad Yamato y una vez allí organizar un nuevo cuerpo de ataque especial.
Como escolta eligió intencionadamente a Kuno, la noche anterior no pudo estar presente en la conferencia con Onishi, de haberlo hecho posiblemente él hubiese sido el elegido como líder, y ahora es el hombre más indicado para dirigir el nuevo cuerpo de Cebú. Y no se equivoca, ya que mientras esperaba la contestación de los pilotos Kuno le abordó:

-Confío que no me excluirá del cuerpo de ataque especial.

-Uno de los ocho Reisen -contestó Nakajima mirándole directamente a los ojos-que hemos traído desde Mabalacat está reservado para su misión de ataque especial.
Kuno sonrió ampliamente, saludó y se retiró.
En el comedor de oficiales Nakajima fue abordado nuevamente, en está ocasión por el alférez Chisato Kumihara, que en tono beligerante se mostró ofendido porque los oficiales no habían sido invitados a ofrecerse voluntarios y sin embargo, todos los oficiales estaban ansiosos de hacerlo.

-Entonces, ¿por qué debía molestarme en preguntar si querían ofrecerse?- respondió Nakajima zanjando el tema, Kumihara sonrió al entender la respuesta retirándose rápidamente para informar al resto de oficiales de que su preocupación no era tal.

Pasaban pocos minutos de las 21:00 horas cuando un ordenanza entregó a Nakajima los sobres con las respuestas a su ofrecimiento. De los veinte sólo dos estaban en blanco, dos pilotos que estaban en la enfermería. El rodillo kamikaze había llegado a Cebú y ya nada podía pararlo.

Amanece el 21 de octubre. Halsey, ante la aparente pasividad de la flota japonesa sobre los cruceros averiados, decide prepararse para los futuros combates y ordena petrolear a la TG 38.1 y TG 38.4. Mientras tanto Sprague es relevado temporalmente de su segundo cometido al ordenar a la TG 38.3 del contralmirante Sherman atacar los aeródromos de las Visayas.
Mientras tanto los "logros" japoneses continúan, las defensas costeras alcanzan a las LST-269, 483, 486 y 704 ocasionándoles averías de poca o nula consideración. Pero mientras Nakajima espera noticias de los aviones de reconocimiento antes de ordenar el lanzamiento del primer ataque kamikaze un anónimo piloto da el definitivo aviso del calvario que se avecina para los marinos aliados.
6:05 horas, los aviones de Tominaga atacan con escaso éxito la cabeza de playa de Leyte. Uno de ellos toma como objetivo dos grandes buques de guerra, los cruceros pesados australianos Shropshire y Australia3. La D.C.A. del primero consigue alcanzar  al aparato pero no detener su carrera, ante los asombrados ojos de los marinos australianos el aparato japonés va agrandándose inexorablemente. Luego un gran crujido seguido de una impresionante llamarada, el avión se transforma en una bola de fuego engullida por las aguas a escasos metros del crucero. Siguen unos minutos de confusión, el puente de mando está en llamas al haber sido rociado por la gasolina ardiente y los temores de muchos se confirman al comprobarse que el comandante, capitán Emile Frank Verlaime Dechaineux ha muerto junto a 20 hombres más y 54 han sufridos heridas de mayor o menor gravedad. Los daños materiales no son muy graves, el mástil, la dirección principal y la de tiro antiaéreo necesitan reparaciones y el crucero ha de retirarse a Espíritu Santo para reparar. No tardará en regresar, la segunda quincena de diciembre ya estará en aguas Filipinas, y el 5 de febrero de 1945 recibirá el primero ¡de los seis kamikaze oficiales que encajará hasta el final de la guerra!. 

En Mabalacat Yukiho Seki y los integrantes de la unidad "Shikishima" están preparados para despegar, se celebra el ritual de despedida y los "Reisen" marchan a la caza para entrar en la historia. La suerte no les acompañará, la mala visibilidad se enseñará con ellos y al caer la noche regresan a su punto de partida con la cara desencajada por el fracaso, que no será el único ya que durante los tres días siguientes la historia volverá a repetirse.
En Cebú nada se sabe de todo esto y la jornada avanza sin un claro objetivo (portaaviones) al que atacar, la visibilidad no acompaña a los exploradores y las horas avanzan lentamente para los pilotos de la unidad "Yamato" que parecen destinados a sufrir el mismo desengaño que Seki y los suyos. A las 15:00 horas llega finalmente la esperada noticia: Una agrupación de seis portaaviones ha sido avistada a 70 millas al este Suluan4. Nakajima ordena de inmediato el ataque de cinco "Reisen", tres kamikaze y dos escoltas. Un cuarto de hora más tarde reúne en el centro de mando a Yoshiyasu Kuno y al resto de los pilotos para darles instrucciones.
Dejemos a esos hombres por el momento y observemos el duro trabajo del personal de tierra para preparar los aviones. La carrera de mecánicos y armadores se separa de la pista de aterrizaje, sobrepasando en última instancia a los falsos cazas enmascarados en la desembocadura del valle, señuelos de cañas, lonas y madera pintada para llamar la atención de las bombas americanas, descendiendo por una pista forestal hacia las entrañas de la jungla. Hay ordenes apresuradas, gritos de ánimo y el típico traqueteo metálico que asciende los 500 metros que separan los "hangares selváticos" de la pista de vuelo como un leve rumor caótico. Uno a uno los cinco cazas son llevados hasta la desembocadura de la pista y sólo cuando los vigías anuncian la ausencia de enemigos en las alturas abandonan definitivamente la seguridad de la jungla. Han pasado cuarenta minutos y en menos de diez tendrán que estar en el aire, es el máximo tiempo que pueden estar expuestos, es una dura lección que han aprendido desde primeros de septiembre ya que los yanquis  siempre aparecen tras las montañas para no ser descubiertos hasta el último momento y cuando eso ocurre los aparatos que estén en la pista pueden darse por perdidos.
Son las 15:55 horas. Los motores de los Reisen ya están encendidos, la unidad "Yamato" va a realizar su primera misión kamikaze. Kuno y el resto de los pilotos abandonan el puesto de mando apresuradamente, no hay tiempo para ceremonias. Seguidos por la atenta mirada de todo el personal de la base van hacia su encuentro con la historia. El ruido de los motores parece tener un eco lejano, un rumor que va en aumento llega desde las cumbres de las montañas, en ese momento todos los anteriores temores se hacen realidad. Una treintena de aviones embarcados descienden pegados a las laderas dispuestos a arrasarlo todo. El personal de tierra actúa con celeridad, apaga motores y circuitos de gasolina pero ya nada puede salvar a los aviones de la pista. El ataque es tan rápido como letal y cuando los atacantes se alejan no sólo los señuelos son pasto de las llamas.
Nakajima deja escapar unas maldiciones entre dientes, no puede permitirse el lujo de lamentarse y mientras observa como los pájaros de acero van disminuyendo su silueta sobre el horizonte ordena preparar de inmediato un nuevo ataque. El tiempo apremia, con un poco de suerte los Reisen podrán seguirlos hasta sus bases, pero todo y la rapidez de los esforzados mecánicos hasta las 16:30 horas no están listos los aparatos de «la segunda oleada»: Dos de ataque a percusión y uno de escolta.
Kuno y sus dos compañeros despegan con una rapidez fuera de lo común, no hay tiempo para honores ni ceremonias, los yanquis hace más de media hora que sobrepasaron el horizonte y las posibilidades de encontrarlos se reducen alarmantemente. Nakajima ha dado órdenes claras al respecto, el objetivo principal por el momento son los portaaviones, de su inutilización depende la victoria de la flota japonesa que ya ha iniciado sus movimientos hacia Leyte. Si han de sacrificar sus vidas sería un desperdicio inútil hacerlo contra un objetivo secundario. Al recordar las palabras de Kuno de la noche anterior, supo que en el peor de los casos sólo regresarían dos de los cazas que acababan de despegar:

-En vista de la escasez de aviones -le había dicho Kuno-, ¿por qué enviar escoltas en nuestras salidas Shimpu? No estamos buscando publicidad. Sólo tratamos de servir a Japón y morir por el Emperador. Por favor, deje de malgastar escoltas enviándolos con nosotros.

-No se los envía para obtener publicidad -le corrigió Nakajima-; son necesarios para observar resultados y reunir datos útiles para las siguientes salidas.

-¿Y por qué no desmontar las ametralladoras de nuestros aviones? Ciertamente, en nuestra táctica no cumplen ningún propósito.

-También son necesarias, Kuno, en caso de que encuentren interceptores en el camino. Además, si se ven obligados a regresar sin avistar un blanco, necesitan protección contra perseguidores. Sin ametralladoras serían fácilmente destruidos. Hay que dejarlas en los aviones.

Kuno finalmente asintió indicando su aceptación, pero añadió.

-Si no hago contacto con el enemigo en el mar, iré al golfo de Leyte donde seguro que habrá muchos blancos.2

Anochece en Cebú. Dos Reisen rompen el silencio descendiendo sobre la pista que de inmediato se llena del personal de tierra para llevarse los aviones a lugar seguro. Los pilotos se presentan en el puesto de mando con aire abatido, especialmente el piloto Shimpu que había salido bajo las órdenes de Kuno. Nakajima intenta animarlo haciéndole ver que el día siguiente también será propicio para el supremo sacrificio que estaba resuelto a realizar, tarde o temprano la meteorología dejará de proteger a los portaaviones americanos y de momento nada más puede hacerse. No han fracasado en su misión, sólo están sufriendo un ligero retraso.
Pasan los minutos y el avión de Kuno no regresa. Los dos pilotos tan sólo pueden dar vagas informaciones sobre su paradero, tampoco queda claro el momento exacto en el que perdieron el contacto.
Es un misterio.
Nakajima no insiste pues sabe que finalmente Kuno ha cumplido su palabra. Al no encontrar a los portaaviones actuó tal y como le había dicho, dirigiendo su avión hacia el golfo de Leyte.
¿Llegó a alcanzar la zona, o calló al mar con el depósito vació o a consecuencia de un fallo mecánico? Quizás apuró al máximo la autonomía de vuelo en su intento de localización de los portaaviones, hundiéndose en el Mar de las Filipinas . O acabó estrellándose en la selva al intentar regresar a Cebú. Él era un experimentado piloto, hábil y entusiasta en su trabajo, nadie podía creer que perdiese el rumbo en el último momento. La primera teoría ganó fuerza y pronto comenzó a circular la historia de que un gran trasporte había sido hundido aquella noche en Leyte.
Sólo fue un rumor y más tarde una leyenda...

El 23 de octubre la segunda flota aérea de la marina, al mando del vicealmirante Shigueri Fukudome, llega a Luzón con sus 350 aparatos en refuerzo de la 1ª Flota de Onishi. El primero confía plenamente en los masivos ataques aéreos convencionales considerando a su vez que la propuesta del segundo es una locura e inicialmente nada quiere saber al respecto. La masacre de sus pilotos, especialmente la del día 24 en la que tan sólo pudieron apuntarse el hundimiento del portaaviones ligero Princenton, mientras que Kurita perdía al "insumergible" acorazado Musashi, le obligó a plantearse nuevamente la cuestión.
Durante los siguientes días las diferentes escuadrillas  Shimpu intentaron, sin éxito, alcanzar a los portaaviones americanos. Onishi comenzaba a desesperarse y no fue hasta el día 25 en el que oficialmente obtuvieron su primer éxito con el hundimiento del portaaviones de escolta  St.Lo.
A partir de ese momento los ataques aéreos convencionales dejaron de existir y el Viento Divino sopló con furia hasta el final de la guerra.

Aunque no fue este el primer buque hundido en las Filipinas por un avión suicida, ya que un día antes ocurrió ¡nuevamente!, un insólito incidente:
24 de octubre de 1944, 08:30 horas. 80 aviones de la 4ª Flota Aérea del teniente general Tominaga efectúan diversas incursiones contra los buques del golfo de Leyte, una de las agrupaciones atacada es la TF-78.2.9. El remolcador de flota Sonoma (ATO-12) se encuentra arbolado al buque liberty Augustus Thomas y al detectar a los aviones japoneses abre el fuego con sus armas de estribor. Un Ki-51, envuelto en llamas, abandona la formación dirigiéndose hacia el apetecible blanco que forman el Sonoma y el Augustus Thomas. Todos los intentos por detener la trayectoria del piloto japonés son inútiles, la pira funeraria impacta contra la parte central del costado de babor, de inmediato le siguen dos rápidas y mortíferas explosiones y el remolcador comienza a embarcar una alarmante cantidad de agua que parece imposible de detener. Acuden a su auxilio la LCI-72 y el Chickasaw (ATF-83), recogen las bajas y ayudan a combatir el incendio que se ha producido lanzando agua desde el costado de estribor. La inclinación del Sonoma aumenta peligrosamente y el Chickasaw lo toma a remolque intentando embarrancarlo en la cercana playa de la isla Dio, no llegarán a alcanzarla. Esa misma tarde el Sonoma, primer buque estadounidense hundido por un piloto suicida en aguas Filipinas, descansó a 18 pies de profundidad ante las playas de Dio.
Cerca, según cuenta la leyenda, de la tumba de acero del subteniente Yoshiyasu Kuno ...

Reno, Franklin, Australia y Sonoma. En diez días (del 14 al 24 de octubre) cuatro buques de la U.S. Navy han sido alcanzados por aviones japoneses, técnicamente no son pilotos kamikaze. No obstante es una clara advertencia de lo que está a punto de suceder, algo que los estadounidenses no supieron ver, y que demuestra que el nacimiento de los cuerpos Kamikaze no surgió de la noche a la mañana. Los dos primeros buques alcanzados lo fueron antes del 19 de octubre, es decir antes de que el almirante Onishi plantease formalmente la creación de las unidades de ataque en la histórica reunión de Mabalacat.
El mismo Tadashi Nakajima reconoce que la moral de los pilotos, a pesar de las derrotas que venían sufriendo desde 1943, era alta. Y la propuesta realizada por Onishi tan sólo era el clímax de un espíritu de lucha ascendente en hombres, acostumbrados a poner su vida en peligro en cada misión, que finalmente se ven ante dificultades insuperables.
Es el pensamiento de Nakajima, y no creo que sea una justificación.

Los acontecimientos relatados ocurrieron hace sesenta años. Tendríamos que decir que era otra época, otra forma de pensar que afortunadamente ya quedó en el olvido. Lamentablemente hoy en día no es así. Quizás es que no hemos aprendido al creer que la historia nunca vuelve a repetirse...
Salvando las distancias, naturalmente, pues los pilotos kamikaze nunca fueron terroristas, fueron soldados que atacaron a sus contrapartes de una forma desesperada pero siempre dándoles la opción de defenderse. Y mucho menos atacaron a personal civil. No podemos decir lo mismo de los indiscriminados bombardeos de las ciudades efectuados, en el frente del Pacífico, por los B29 estadounidenses que asolaron miles de vidas civiles.
Los pilotos kamikaze no fueron terroristas, volvemos a repetirlo, pero si las personas que dirigen el rumbo de nuestro planeta hubiesen aprendido algo de la historia, posiblemente hoy, 21 de octubre de 2.004, no tendríamos que insistir en la diferencia de los actos suicidas islámicos y los realizados por el cuerpo especial kamikaze.

 

 

 

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1 ] Composición inicial de la 4ª Flota Aérea del ejercito, al mando del Teniente general Tominaga:
2ª División Aérea (Teniente General Terada) en Negros
4ª División Aérea (Teniente General Mikami) en Echaque
Reconocimiento:
2º Regimiento aéreo, Ki-46-I "Dinah"
19º Regimiento aéreo, Ki-46-I "Dinah"
Cazas:
1º, 11º, 22º, 52º, 71º, 73º Regimiento aéreo, Ki-84 Hayate "Frank"
27º Regimiento aéreo, Ki-45 Toryu "Nick"
3º Regimiento aéreo, Ki-102b "Randy"
Bombarderos:
14º Regimiento aéreo, Ki-67 Hiryu "Peggy"
44º y 52º Escuadrones independientes, Ki-51 "Sonia"
Total aparatos 237, 83 de ellos cazas. 

2 ] Rikihei Inoguchi, Tadashi Nakajima, Roger Pineau: EL VIENTO DIVINO

3 ] Hay diferentes versiones respecto al tipo de aparato que intentó golpear al Australia. La más extendida hace referencia a un bombardero o cazabombardero bimotor, concretamente a un "Val". Pero teniendo en cuenta que la primera flota aérea de Onishi no disponía de ese tipo de aparato en esos momentos lo más probable es que se tratase de un bombardero Mitsubishi Ki-51 "Sonia" de los escuadrones independientes 44 o 52, de la cuarta flota aérea del teniente general Tominaga que durante la mañana del 21 de octubre atacaron la cabeza de playa de Leyte. Su silueta, en medio del fragor del combate, podía confundir ya que ambos tenían el tren de aterrizaje fijo.

4 ]  Los portaaviones avistados no pertenecen a la TF 38 de Halsey, si no a la Taffy 2 de Sprague que a esas horas se encontraba aproximadamente a la entrada del Golfo de Leyte.

5 ] Respecto al tipo de avión hay, igualmente, diferentes versiones. Algunas de ellas hacen hincapié en que se trataba de un Mitsubishi G4M "Betty",  o de un Ki-67 Hiryu "Peggy". Teniendo en cuenta que los ataques contra la cabeza de playa estaban a cargo de la 4ª Flota Aérea de Tominaga, al igual que con el Australia, hemos optado por la versión más extendida.

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Una de las mejores recopilaciones en lengua castellana de la batalla del Golfo de Leyte

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http://www.de1939a1945.com/casos/007leyte.htm

 

 

 

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